“Bruce Lee persiguió durante toda su vida la perfección, hasta tal punto, que agotó su energía vital. Si uno no sabe equilibrar y preservar su energía Qi (Chi), nunca conseguirá hacer algo en este mundo sin que dañe su salud”.
En un episodio sobre temas médicos, de la serie de televisión de Taiwán, “St. Elsewhere”, entrevistaron a una doctora china que había utilizado la medicina erróneamente causando la muerte de un bebé. Esta dura experiencia le produjo un shock psicológico que arrastró durante mucho tiempo. La causa de su error profesional fue también la búsqueda de la perfección.
En la entrevista, contaron que la doctora se graduó como la primera de su promoción en la Universidad de Taipei y que su carrera siguió una trayectoria profesional de éxitos. Desde que empezó a ejercer su profesión, consiguió numerosos premios y a lo largo de su vida profesional, pensó que siempre sería igual, pero no fue así. Durante la entrevista televisada explico que había encontrado una forma de perdonarse a sí misma a través del amor y la bondad hacia los demás, pudiendo así liberarse del remordimiento que esa experiencia le produjo.
En la medicina tradicional china, la manera de diagnosticar y tratar a un paciente es muy diferente del enfoque que tiene la medicina occidental. Por ejemplo, algunas enfermedades mentales que en la medicina china no son contempladas de manera seria, a los médicos occidentales les pueden parecer un grave problema para el paciente y de difícil tratamiento. La diferencia reside principalmente en que los conceptos básicos de diagnóstico y tratamiento son muy distintos.
La medicina occidental suele diagnosticar para aplicar un solo método de tratamiento. Por ejemplo, para un dolor de cabeza, suele aplicar una medicina local para curar ese síntoma y la prescripción suele ser sintomática, empleando productos químicos sintetizados, los cuales, si se toman en una dosis errónea, pueden causar serios problemas.
Volviendo al principio, Bruce Lee creía en la medicina occidental y por ello nunca sospechó que tuviera algún problema de salud, pensando siempre que se encontraba en plena forma física. De hecho, los médicos le decían que su forma física era mucho mejor en el momento presente que cuando era más joven. Y aunque él intuía que algo no iba bien en su cuerpo, los médicos le aseguraron que todo estaba correcto.
En los últimos días de su vida, le aparecieron algunas señales de su enfermedad. Por ejemplo, de repente se mareaba durante los rodajes de sus películas. Fue a los mejores hospitales de Hong Kong y Estados Unidos y siempre le aseguraron, a pesar de todo, que su salud era buena.
Una de las causas a su muerte fue la reacción química que le produjeron ciertos medicamentos que le prescribieron para esos síntomas locales. Esas medicinas le causaron una reacción química en el cerebro y como consecuencia, cierta epilepsia y dolores muy fuertes de cabeza. Si Bruce Lee hubiese creído más en la medicina tradicional China, le habría resultado más fácil saber que algo iba mal y como controlar su enfermedad.
Como todo el mundo sabe, Bruce Lee ha sido uno de los actores más populares de China de películas de Kung Fu y un gran artista marcial. En sus películas, se podía ver que sabía de Budismo Chan (Zen) y del Tao. Sin embargo, quizás hubiera tenido que instruirse un poco más en algunos de los principios del Tao o del concepto del Qi (Chi) para conocer mejor este sentido.
Tanto Bruce Lee como la mencionada doctora china fueron muy perfeccionistas en todo lo que hacían y ponían en ello todo su empeño. Cuando Bruce Lee practicaba Kung Fu, sentía que tenía que mantenerse en la más alta forma física y, mientras rodaba películas, utilizaba electrodos como medida de refuerzo de su entrenamiento para fortalecerse, estos instrumentos, aunque no hacían daño a su cuerpo, sí que iban agotando su energía vital Qi (Chi).
Bruce Lee escribió guiones, dirigió la cámara, fue actor, director y además intento ser su propio agente comercial. Quería ser el mejor. Cuando habló con la Warner Brothers a cerca de su última película, mostró un fuerte sentido perfeccionista. También sentía la enorme responsabilidad de proyectar una buena imagen de China a Occidente. Por ejemplo, en algunas de sus películas dejó claro que los chinos ya no eran esos hombres enfermizos de Asia, porqué, después de las guerras del opio del s. XIX, muchos chinos tuvieron complejos psicológicos de inferioridad. Bruce Lee, que pudo ser una víctima más, intentó cambiar esa imagen de los chinos, utilizando todas sus habilidades físicas y su energía para combatirla.
El destino de las naciones tiene mucha relación con el movimiento de la energía Qi (Chi). Por ejemplo, cuando la República Popular China comenzó a abrirse más a occidente, se desencadenaron cambios fuera y dentro del país, uno de ellos fueron las protestas del 4 de junio de 1989, en la plaza de Tiananmen.
Después del movimiento estudiantil del 4 de junio, mucha gente de Hong Kong y Taiwán emigró al extranjero con el objetivo de encontrar unas condiciones de vida más estables. Los cambios o el movimiento del Chi, como lo contemplamos los chinos, en esa época estaban fluctuando mucho.
La gente mayor de China o de épocas pasadas, siempre ha sabido tomar o aceptar las responsabilidades del momento que les ha tocado vivir y no solían eludirlas. Hoy en día, la gente utiliza todos sus medios y recursos para protegerse y fortalecerse a sí mismos, en vez de intentar entender la situación y el momento.
Por ejemplo, si los estudiantes del 4 de junio hubieran sido más inteligentes y sabios, no habrían utilizado su vida como un juego. Si hubiesen conocido la estrategia de Mao Tse Tung (su rival) se habrían dado cuenta de cómo era su sistema de organización (“cuando el enemigo avanza, debemos retirarnos y cuando este se retira avanzamos nosotros”) y habrían sabido que hay un tiempo para negociar y otro para luchar, sin darle al enemigo una excusa o razón para suprimirnos. Si los estudiantes hubiesen conocido estas estrategias, los líderes conservadores del partido comunista no habrían encontrado una excusa para eliminarlos.
En Taiwán, el partido del Progreso Democrático se comportó de igual forma y cuando tuvo la posibilidad de actuar, intentó acabar con el Kwomingtan (Partido Nacional de la China). Esta no es la manera de actuar del responsable de un país, creando el caos. A partir de entonces, muchos ciudadanos de Taiwán opinan que no es un país estable e intentan emigrar a otros lugares.
En la actualidad, en medio de una pandemia mundial producida por el COVID, muchas personas se refugian en sí mismos en vez de compartir y ayudar a otras personas. Tales cambios y movimientos del Chi, hacen que la persona se sienta desorientada y confusa, sin saber a dónde ir y que hacer.
Si nuestra vida, sociedad y política son estables, nuestro Qi (Chi) también será más estable y podremos ser más felices. Si por el contrario el entorno y el ambiente son muy confusos y sin control, como en la actualidad, tendremos que reforzar nuestro universo interior para equilibrarlo. Si conocemos bien la esencia del QiGong (Chikung) y su práctica, podremos equilibrarnos y fortalecernos sin que el entorno nos afecte tanto y mantener el equilibrio interior.
Para la cultura china, si se busca la perfección, es imprudente perseverarla constantemente, ya que todo está sujeto al cambio en el tiempo y el espacio. No es bueno utilizar demasiada energía física o mental en esta consecución, pues la perfección en todo no nos hará mejores personas. Un sabio verdadero nunca intentará exponer o revelar la verdad más profunda. Hay una expresión china que dice: “No es tan fácil comportarse como un tonto”.
No hay que desperdiciar nuestro Qi (Chi). Debemos preservarlo para los asuntos más importantes y no malgastarlo en asuntos triviales. Podemos perseguir la perfección pero sin gastar demasiada energía y debemos cambiar nuestra manera de buscarla en vez de insistir en nuestro propio camino de forma egoísta.
Autor: Michael Chung.
Traducción y adaptación: Sebastián Gonzalez